PRÓXIMA PUBLICACIÓN: Si el universo no quiere, no vamos a llevarle la contra. Así que estaremos un pequeño periodo de unos 15 días sin publicaciones. Un saludo de Venerdi y Noelia.

17 de diciembre de 2012

Mi monstruo

Era el monstruo que recorría infatigable la noche de mi infancia, pasillo arriba, pasillo abajo, tras la puerta de mi dormitorio.

Lo recuerdo como el celador que en mi niñez vigilaba que durmiera. Yo me ocultaba bajo las mantas y trataba de respirar bajito, de no hacer ruido, de disimilar mi respiración para que no se pudiese ver como subía y bajaba el aire de mis pulmones.

Él paseaba por el pasillo. Escuchaba sus pequeños pasos de monstruo llegar hasta mi puerta y detenerse. Llegaba incluso a escuchar el girar de su cuello y el abrir de sus párpados para atravesar con su mirada la puerta que nos separaba. Entonces era cuando yo contenía la respiración y paralizaba mis latidos. Moría durante esos segundos de expectación hasta que mi monstruo se giraba de nuevo y seguía su camino por el pasillo. Había dado el visto bueno a mi sueño, había corroborado que ya dormía: yo lo había engañado.

Ni siquiera me acostaba pensando en él, no era una presencia incómoda o pertinaz. Tan sólo me acostaba a dormir y, a veces, recordaba a mi monstruo y entonces era cuando él venía a asegurarse de que dormía.

En esas ocasiones, cuando venía mi monstruo, no tenía miedo pero tampoco ganas de salir para ir a la cocina o al baño. El pasillo me era terreno vedado y yo aceptaba, sin más, que mi presencia ahí fuera lo molestaría de algún modo.

Hacía muchos años que no lo recordaba y, sin embargo, la noche pasada, cuando salí a la cocina, me lo crucé por el pasillo. Él aún andaba haciendo su ronda habitual. Nos miramos como dos viejos amigos y nos sonreímos el uno al otro con cierta melancolía. Pude ver en su cara un pequeño gesto de resentimiento hacia mí, algo que me decía que debería estar durmiendo y que mi presencia allí era del todo inoportuna.

Cuando ya volvía de beber el vaso de agua, habiendo dejado la luz apagada a mi espalda, sentí cierto impulso mientras la oscuridad inundaba el pasillo. Aceleré el paso, casi eché a correr, y regresé a mi cama donde me cubrí con las mantas y esperé a que mi monstruo pasase por delante de mi puerta para disimular mi respiración y hacerme el dormido.

Él sabía, tanto como yo, que ya no nos engañábamos: Ni me haría nada por salir al pasillo, ni él se dejaba engañar por mis falsas respiraciones de mal actor. Al fin y al cabo, tan sólo interpretábamos un papel y allí, en la cama, yo era su monstruo bajo las mantas, el monstruo al que tenía que vigilar para que no le hiciese nada si no dormía o salía al pasillo.

La noche pasada, como cuando era niño, terminé durmiendo de tanto hacerme el dormido y, al despertar, creí haber soñado con mi monstruo. A él lo dejo también que sueñe conmigo cuando es de día. Nos limitamos a crearnos y respetamos nuestros respectivos mundos, porque sólo somos dos monstruos que ya no se tienen miedo soñando el uno con el otro.

Venerdi. 17 de Diciembre de 2012

6 comentarios:

  1. Esto es un relato con trampa, puesto que se abre a varias interpretaciones. Con todo tu monstruo es más sereno que el mio, que siempre gastó malas pulgas. Esta claro que te decantaste por el equívoco en el penúltimo párrafo, el monstruo se vuelve entonces varios monstruos posibles y hay que pensar en el juego de espejos y en el reflejo. Pero esa es la gracia de jugar con el lector y dejarle que participe. Yo diría que pensando en un monstruo terminaste en otro, o al menos así lo interpreté.

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  2. En primer lugar, me ha encantado. Yo había sacado varias posibles interpretaciones en la primera mitad del relato, entre otras que el monstruo sea como esa preocupación –por el motivo que sea– que en ocasiones nos invade por la noche y nos impide dormir, eso a lo que yo llamo “los corderos”, una expresión cuyo origen he olvidado, pero que muy posiblemente esté en la película El silencio de los corderos.

    De la mitad hasta el final del texto se aclara la intención que quisiste darle, que es la que aparenta querer mostrarse a simple vista, ese monstruo que los niños –y no tan niños– se imaginan acechando en la penumbra, siempre dispuesto a atacar cuando le demos la espalda. Pero tú le has dado una vuelta de tuerca a esa sensación de la infancia, mostrando un monstruo humano y haciéndonos reflexionar sobre quién es el monstruo de quién, algo así como sucedía en Los otros de Amenábar, donde una familia cree estar ante la presencia de fantasmas, pero realmente son ellos (sin saberlo) los espíritus.

    Historia más sencilla que las que venías exponiéndonos, pero que por razones inexplicables has conseguido despertar algo en mi interior. Así que, cuando vuelva a cruzarme con mi monstruo por la noche, le sonreiré con melancolía esperando que me devuelva el gesto.

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  3. Qué bueno. Y qué triste. Me encantó.

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  4. Ey, muchas gracias a los tres por los comentarios. Soy un pesado y siempre vengo a agradecer, pero esta semana casi llego.

    Me gusta tu apreciación final, ender. En realidad al final, con esas dos ideas finales -que ya dan para más relatos- venía a justificar esa idea de monstruo por el pasillo, es decir, por qué lo hace, qué hacía ahí. Supongo que la idea llegó tarde pero creo que me venía bien y la incluí.

    Gonzalo, lo cierto es que -para mí- lo has clavado con el comentario. Me gusta que te quede esa idea final. A mí me deja cierto regusto agridulce, algo así como una melancolía relacionada con el pasar del tiempo. No con tristeza, ni siquiera es añoranza, sino simplemente con la sensación de que ha pasado el tiempo, sin más. Supongo que eso lo hace triste, como dice Javier aquí arriba.

    Muchas gracias, Javier, por tu comentario, me alegra que te haya gustado. Gracias por pasarte por aquí (ahora iré a tu blog). Un saludo.

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  5. Pues yo no sé muy bien qué decir al respecto de este relato. Me voy a poner en "Modo Dani" y te voy a pedir "un poco más, ya sabes que a ti siempre te pido un poquito más".

    No me malinterpretes, no es que no me haya gustado, es solo que pediría un poco más. No llega a tocarme la fibra.

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  6. A mi con este, me pasa como a Noelia. Esta a un nivel muy bajo del que nos tienes acostumbrados. El tema de los monstruos propios esta bien, pero creo que aquí lo que ha fallado es la narración, la estructura y lo que transmitir. ¿No haber podido dejarlo bien reflejado tiene que ver con tus propios monstruos? Levantar un muro no los separará del mundo.

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