PRÓXIMA PUBLICACIÓN: Si el universo no quiere, no vamos a llevarle la contra. Así que estaremos un pequeño periodo de unos 15 días sin publicaciones. Un saludo de Venerdi y Noelia.

11 de marzo de 2013

Los principios del desencanto.

Vagabundeaba entre callejones de Plaza Real con Hanna y Cata, habíamos estado en un par de bares pero el ambiente estaba bastante muerto. Conseguimos una botella de vino en el badulaque y nuestra intención era tirarnos en el parque un rato.

Me estiré en el suelo fumando, mirando el cielo sin estrellas de Barcelona. Ellas estaban sentadas en el columpio, echándole tragos a la priva. Había bebido bastante pero ni eso ni la música, hacían que tuviera ganas de seguir con la fiesta, todo ese ambiente no me interesaba, y siempre salía de casa pensando que esa noche sería diferente a todas las demás. Los días de risas y saltos se habían quedado atrás, mirar a la Luna no me hacía querer aullar, simplemente.

Hanna y Cata se habían acostumbrado a que ya no hablara ni siguiera sus discusiones sobre poetas o músicos. El arte estaba bien, no le pasaba nada a la literatura ni a los cuadros. Pero podías quedarte ahí contemplándolo y hablando sobre ello o pasar a la acción. Producir para consumir ya no me llenaba de ese romanticismo destructivo, y la gente, y las drogas y sus charlas no conseguirían jamás hacer brillar el cielo nocturno.

Me dijeron de ir a la única discoteca que quedaba abierta tras meterse la merca. Entramos a Boulevard y eso suponía música comercial a toda castaña. Las luces de estos sitios nunca me habían gustado, y las veía entrecortadamente sacudirse sobre sus tacones. En una de esas me maree sintiendo que me iba a desplomar., salí a todo meter a la calle y vomité entre coches.

Marqué su número con todo ese desencanto.

Unos minutos más tarde y me encontraba subiendo las escaleras hacía el piso de Isaac. Hice sonar el timbre y me recibió con una sonrisa. Aún seguía viviendo en el mismo bloque de El Raval, con sus techos altos y olor a curry. Sonaba algún tema de Lou Reed y me ofreció una Franziskaner.

-La cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse en el tiempo,-dijo.- es normal que todo tienda a una cierta decadencia dentro de todo ese desorden. Es el segundo principio de la termodinámica, la física ya dice que todo nos conduce al caos.

-Pues que quieres que te diga, yo sigo confiando en ese caos, tío. Quiero decir, eso significa que todo acabará en un cambio, algo jodidamente nuevo y desconocido a lo que nadie haría frente si no estuvieran obligados. A lo mejor entonces alguien tendría alguna puta idea buena.-dije.- Pero no tengo estudios, aquí el que controla eres tú.

-Las matemáticas no fallan por el momento. Es en lo único que confío. –me miró serio. –Antes confiaba en ti y mira como terminó. Pero dentro de ese caos no existirán las ecuaciones. Entiendo que a una persona como tú, la anarquía le es más fácil que asumir cualquier ley.

- Vamos Isaac, ya te dije en su momento que sentía haberme follado a otro tío.-dije.

-Teníamos una relación. Dentro de eso, se supone que hay unas normas.

- La razón a veces es un sin sentido. Quizá eso quiere decir que no somos solo materia y cueste más medirnos.

-Desde luego tú eres toda alma. Y nosotros, los físicos, solo dominamos este plano.-dijo.

-Quizá haya un puente de conexión entre esos dos mundos.-le dije.

-¿Cuál?

-El cuerpo.

Le quité la botella de la mano y me deshice de ella dejándola en la mesa. Le respiré en el cuello y reaccionó tirándome sobre él y abriéndome las nalgas con fuerza. La escena se trasladó a la cama, entre sabanas y nosotros a medio vestir. Chupando la tela, el sexo, aullando durante el orgasmo. Luego lo hicimos otra vez.

Estaba fumando el piti de después cuando cogí de la mesita el cenicero y vi la foto.

-¿Quién es?-le dije tirando la ceniza.

-Mi novia.

-No pensabas decírmelo, joder.

-No me mires así, no has preguntado nada al respecto. –dijo.

-Hostia Isaac, nosotros terminamos por una mierda así. Me gustabas realmente.

-Al llegar al cero absoluto la entropía alcanza un valor mínimo y constante. Tercera ley de la termodinámica.-dijo.

-¡Joder tío! ¿Con eso que mierda intentas decirme?

-Una vez el caos llega, lo hace para quedarse. –Dijo.- Tú lo trajiste a mí. Ya no existen reglas.

Volví a Boulevard y llegué justo cuando Cata y Hanna salían de la discoteca. Iban jodidas, pero contentas, a causa del alcohol.

-¿Dónde estabas tía? No hemos parado de bailar ahí adentro.

-Solo he tenido un pequeño desencanto.-les dije.-Oye, ¿sabéis algo de física?

-No nena, nosotras controlamos más el tema de química.-Dijo Cata

- La que nos metemos por el tabique- dijo Hanna.

-O en vasos, pastillas, fumada, inhalada o en forma de lavativa –Volvió a decir Cata mientras se partían el culo.

Les dije que las quería, las abracé, y volvimos hacía casa.


Quiero dedicar este texto a Venerdi, quien siempre esta en constante dedicación en hacernos entender eso que se llama oficio. También a Bú, gracias por esas conversaciones que me enseñan cosas que no entiendo. Y a la primavera que nos altera a todos.


LucíaClementine. 11 de Marzo de 2013.

4 comentarios:

  1. Comparto el desencanto y la esperanza de que las noche mejoren...
    Lo que tu relato me hace preguntarme es: Después del caos llega el camino?
    un beso cielo!

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  2. El segundo principio de la termodinámica es la razón de que nos hagamos viejos y muramos, de que no nazcamos viejos y nos vayamos haciendo jóvenes, como en la peli de bratt pitt. Ocurre en todo el universo. Todo tiende a la muerte. Todo. Hasta la fiesta nocturna del sábado. También morirá.

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  3. Pues no tendrán queja ni el uno ni el otro entonces. El uno por las implicaciones filosóficas y el otro por las linguísticas. Razón lleva Venerdi, es oficio y hay que currárselo, y tú parece que te aplicas a ello, crece la consistencia de tus relatos y ya te permites el lujo de ser contundente sin necesidad de embestir, sino utilizando recursos.Enhirabuena por ello.

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  4. La entropía cambia las reglas porque hace que no existan. La entropía ya ni siquiera habla del caos. Ya lo dije en otra parte, pero siempre me parece un concepto triste. Aquí en cambio, lo has convertido en un relato magnífico. Recuerdo cuando empezaste este relato, ya ni siquiera se ve ese pequeño germen inicial, le diste todo de ti, le diste filosofía, profundidad, pasado a los personajes. Un relato muy bien construido y que, sin duda, significa que esto de tomártelo en serio da muy buenos resultados.

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