PRÓXIMA PUBLICACIÓN: Si el universo no quiere, no vamos a llevarle la contra. Así que estaremos un pequeño periodo de unos 15 días sin publicaciones. Un saludo de Venerdi y Noelia.

12 de noviembre de 2012

Adiós, Rebe

“Adiós, Rebe”. Esas fueron sus últimas palabras. Así puso punto y final a aquellas semanas de pasión desmedida. “Vuelve...”. Rebeca le llamaba en vano. Ya no estaba. Se había marchado.

La desolación se convirtió en  una mueca que desfiguró por unos instantes el rostro de la joven. “No voy a llorar”, se había prometido así misma. Contenía las lágrimas en sus ojos, sabiendo que no tardarían en desbordarse.

Durante un rato pensó que volvería. Después se dio cuenta de que había pasado más de media hora y su ligera esperanza se desvaneció. No sabía si sería para siempre, pero aquella media hora a ella se le había tornado eterna.

Decidió escribir mientras esperaba. “Escribiré hasta que vuelva, hasta la eternidad si es necesario”. Se hacía promesas que sabía que no podía cumplir porque no dependían de ella. Se prometía que volvería a verle y cada noche, desde aquella, volvía al parque donde le vio por última vez y reescribía las mismas frases una y otra vez en la misma vieja libreta.

Su alma murió allí esa noche. Ella lo hizo varios años después, la única noche que no pudo acudir al parque. Las fiebres no le permitieron levantarse de la cama. La única noche que él la estaba esperando.

Noelia. 11 de Noviembre de 2011.

4 comentarios:

  1. Un joven jardinero persa acude corriendo a su príncipe y muy alterado le dice:

    –¡Ayúdame! Encontré a la Muerte esta mañana y me hizo un gesto de amenaza. Debo huir esta noche a Ispahán, donde no podrá encontrarme.

    El bondadoso príncipe le presta uno de sus caballos y el jardinero viaja a Ispahán. Por la tarde, el príncipe se encuentra a la Muerte y le pregunta:

    –¿Por qué hiciste esta mañana un gesto de amenaza a mi jardinero?

    –No fue un gesto de amenaza, sino un gesto de sorpresa, pues le veía muy lejos de Ispahán, donde hoy debo tomarlo...

    Una historia extraída de “Las mil y una noches”, donde se habla del destino como algo que, sin saberlo, conformamos nosotros mismos con nuestros actos diarios.

    Un relato muy bonito, Noelia. ¿Tú crees en el destino?

    Un beso.

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  2. Ya había leído esa historia, aunque diría que no exactamente igual.

    Yo creo en el destino de una manera especial, creo que ya te he hablado de ello en alguna ocasión y tal vez algún día deje testimonio de ello en algún relato.

    Un abrazo.

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  3. Buen relato. Ya te comenté que se aprecia la progresión en cada uno de los párrafos, a los que corresponde una idea diferente, sin divagar, sino avanzando hacia el final. Me da la sensación de que tenías claro hacia donde querías llegar y que has usado tus recursos para conseguirlo. Bien, bien.

    En un relato más largo quedaría más claro ese final, en el que siempre es más interesante la causalidad que la casualidad, aún así no desentona y queda poético.

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  4. Como dice Venerdi, la causalidad es un recurso muy importante a la hora de convencer al lector.
    Cotidiano como la vida misma,cuantas veces hemos pensado eso de " seguro que me voy y viene" y avanzas dos pasos y ahí llega el autobús que habías estado esperando media hora.
    O masturbarse porque estas solo en casa y justo te bajes los pantalones y escuches unas llaves.

    Perra vida, perra las causalidades.
    Y este, tu relato, me hace recordar las malicias del destino.




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