PRÓXIMA PUBLICACIÓN: Si el universo no quiere, no vamos a llevarle la contra. Así que estaremos un pequeño periodo de unos 15 días sin publicaciones. Un saludo de Venerdi y Noelia.

29 de abril de 2013

Los locos son ellos

Vivía en una residencia de estudiantes. La idea fue mía, no de mis padres. Creía que así conocería un montón de gente y haría un montón de amigos. Pero no fue así, en absoluto. La residencia era pequeña, sucia y fea. Encima estaba lejos de mi facultad.

Y la gente que vivía allí... Mis vecinos. En fin, qué decir de ellos. Parecía que estuvieran locos, todos y cada uno de ellos. A veces sentía que estaba viviendo en un sanatorio y me preguntaba cuál era mi papel allí.

Yo iba a clase por las tardes. Quería ir por las mañanas, pero me quedé sin plaza por no hacer la matrícula a tiempo. No había pasado ni una semana de clase y ya agradecía al cielo haber sido perezosa para hacer los papeles; la mayoría de la gente estudiaba por la mañana y en la residencia reinaba la calma, aquellos que no estaban en clase lo normal es que durmiesen.

Yo solía dormir entre las 4 y las 12 de la mañana. Antes de clase hacía mis tareas, estudiaba un poco, comía... Después de clase me duchaba y pasaba unas horas leyendo o charlando con amigos a través de internet. Nunca con gente de la residencia.

Un día vino un señor con bata blanca a mi habitación. Quería llevarme a no sé qué lugar para charlar. Algo sobre que no era normal beber tanta Coca-Cola y mucho menos guardar las latas apiladas contra la pared, recubriéndola.

-Hay que tirarlas –dijo.

-A mí déjeme en paz, los locos son ellos.

Noelia. 21 de Marzo de 2013.

2 comentarios:

  1. Hola Noelia, vine desde Esta noche te cuento ( http://estanochetecuento.blogspot.com.es/2013/05/may37-buenos-dias-princesa-de-asuncion.html )
    y me ha gustado este relato tuyo, donde el enfoque de la locura es tan fino que desde luego parece real.
    Saludos.

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  2. Se rompe la racha dramática y nos traes algo fresco, de otra hornada, con un toque de desquicio que no de locura, sin duda pidiendo a gritos un alquiler de esos de 350 euros, las atribulaciones de una estudiante en su residencia con pinceladas dalinianas para envolverlos a todos en el mismo torbellino. Cosas de las residencias, que nos dejan la sonrisa en la boca a los que leemos desde fuera.

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